viernes, 11 de junio de 2021

DANZA DE SONAJEROS DE TUXPAN

 

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La danza de Sonajeros y Chayacates, baluarte de la tradición indígena nahua

En la festividad, que abarca tres semanas, conviven la herencia prehispánica y la española

En la fiesta de Tuxpan participa toda la población de forma entusiasta


Tuxpan, Jal., 2 de febrero.- La comunidad nahua de Tuxpan, a 18 kilómetros de Zapotlán el Grande en el sur de Jalisco, mantiene vivas sus tradiciones indígenas a pesar de haber sido fuertemente golpeada por la llamada modernidad capitalista.

Conquistadores españoles, hacendados, cañeros, narcos, empresas papeleras como Atenquique y últimamente invernaderos agroindustriales, han impactado fuertemente a la comunidad. Sin embargo, la tradición continúa. Estas instituciones, que históricamente han acaparado gran parte de sus tierras no solamente las han despojado de su territorio ancestral, sino que también han implantado esquemas de vida y patrones culturales que afectan la identidad y tradición indígena. Pero a pesar de eso la comunidad se mantiene firme y sin doblegarse, como se demostró hoy, al celebrarse el día de la Candelaria con la danza de Sonajeros y Chayacates.

La danza de Sonajeros y Chayacates se realiza en honor a San Sebastián y en ellas participan tanto mujeres como hombres de todas las edades. Se inicia el día 20 de enero, día de su santo, continúa el 27 y termina el 2 de febrero. Son tres días de danza en donde la tradición antigua nahua y la fe cristina se entrelazan. Días de danza que recuerdan la rebeldía indígena ante toda agresión y en agradecimiento a las tres imágenes que existen de San Sebastián: la abajeña (20 de enero), la arribeña (27 de enero) y la pronunciada (2 de febrero). La danza la realizan cuadrillas formadas por clanes de familias. Cada cuadrilla tiene su propia pequeña imagen de San Sebastián, además de las tres grandes. Las cuadrillas de Sonajeros están integradas por dos piteros, los danzantes punteros y sus aprendices (adultos o jóvenes y niños respectivamente), los monos, el viejo, el apache, los mayores y los responsables de la danza.

Los piteros son los responsables de tocar el tambor tradicional y el carrizo que marcan el ritmo y pisada del danzante y de su sonaja. Los danzantes punteros son los que saben los ritmos y pasos a partir de escuchar el carrizo y el tambor, que marcan el paso a los aprendices. El viejo es el sabio de la comunidad y los monos sus ayudantes. El apache es el jefe de la tribu (la comunidad representada en la cuadrilla). Los mayores son adultos de la comunidad que marchan al pendiente de los danzantes y en especial de los niños. El responsable de la danza es el más grande en años y es el que transmite la sabiduría de la danza tradicional a los danzantes de hoy.

La danza de los Sonajeros es la más antigua. Se realiza desde antes de la llegada de los conquistadores europeos. Don Pedro Patricio, mayor de la comunidad y encargado de la cuadrilla abajeña, dice que se trata de una danza de guerra que representa la marcha de las tropas al combate. “Su grito es un grito de batalla y la sonaja es el mazo de pelea. Platican los antiguos que esta danza empezó en agradecimiento a San Sebastián, que llegaron cuando hubo una enfermedad muy fuerte, una peste que hacía que a la gente le salieran granos y llagas en la cara, creo que era la viruela negra. Llegaron tres San Sebastián, que cuidaban las tres entradas del pueblo para que no entrara la enfermedad. Y es que era muy feo, la gente era enterrada viva para que no contagiara. Ahí la enfermedad se detuvo y desde ahí se agradece a San Sebastián danzándole, con gusto, alegría y amor”.

Las cuadrillas de abajeños y arribeños son las más antiguas, la de pronunciados surge después de una rebelión de indígenas de Tuxpan junto con indígenas de Zapoltitic y de Tamazula contra la hacienda “El Rincón”, en 1872.

La danza de Chayacates es más nueva, se realiza con violín y una máscara con un paño que representa a los españoles. Nace durante la conquista después de otra gran epidemia de viruela, en 1774, según José Lameiras (“Tuxpan de Jalisco. Una Identidad Danzante”, 1990). San Sebastián es el protector de los enfermos, entonces en su origen fue la danza de agradecimiento de los criollos españoles, mientras que la de Sonajeros era la indígena. Ahora están mezclados y no existe esa diferencia. En las dos danzas bailan tanto indígenas como mestizos.

Hoy la festividad inicio una hora después de las realizadas el 20 y 27 de enero. El día consistió en llevar temprano las imágenes al templo, a la misa de las 7 de la mañana. Después las cuadrillas se prepararon para buscar cada una su imagen e iniciar la peregrinación, todas juntas rumbo al atrio de la Virgen de la Candelaria , en la casa de su capitán. Después cada cuadrilla fue a la casa de su capitán del día, el encargado de cuidar la imagen y dar de comer a los danzantes. Ya que los danzantes almorzaron se prepararon para ir a danzarles a todas las imágenes de las demás cuadrillas de la comunidad. Una vez danzadas y homenajeadas todas las imágenes de cada cuadrilla, se realizó el regreso a casa de cada capitán, donde lo esperaba su Señor San Sebastián y su cena. Ahí se inicia el traslado de responsabilidades y se piden los nuevos cargos para el próximo año.

Durante todo el recorrido se danzaron diferentes pasos, cada cuadrilla según el número de piezas que sepan sus piteros.

El clímax llegó cuando se realizó la danza del apache con un significado muy profundo para la comunidad. En esta danza el viejo es sacrificado por el apache, repartiendo sus miembros entre la tribu. Esta danza expresa como todo el conocimiento y sabiduría del viejo es recuperada por el apache para trasmitirla a su tribu y a las nuevas generaciones, comenta Don Pedro.

Con estas danzas y su organización comunitaria se manifiesta no sólo la tradición guerrera de los nahuas con su fe llena de alegría y amor, sino sus tradicionales estructuras de gobierno y de toma de decisiones que permiten la vida colectiva cotidiana basada en el trabajo y esfuerzo de toda la comunidad. Por eso mismo no es mucho decir que la comunidad se mantiene viva y en pie de lucha en Tuxpan: el pueblo de la fiesta eterna.


domingo, 6 de junio de 2021

EL QUEZQUEMITL

 Hace años, existía en la Red, un espacio que fue usado por algunos estudiosos y amantes del folclor como un medio de difusión muy interesante y en muchos casos muy cultural, ya que permitía combinar imágenes con un escrito, el sitio se llamaba "Metroflog".

De  todos los que nos reuníamos para intercambiar datos, escritos e imágenes, una persona se distinguió por su prolijidad de escritos, el Maestro Ignacio García Prieto, Director del Grupo Folclórico Guadalajara.

Y gracias a la pirateada del Centro de Recopilación de la Danza en aquellos entonces perteneciente a la Universidad de Guadalajara, muchos de estos escritos se han podio conservar y bajo el principio de "más vale pedir perdón, que pedir permiso", hay con su "comper" nos permitiremos reproducir algunas veces, parte de ese tesoro de los Metroflogs

 Maestro NACHITO, gracias por compartir en su momento y con su sacarreal permiso...VA!!



EL QUEZQUEMITL 

La figura delicadamente morena de la mujer mexicana, en todos los contornos de la patria, se adorna con el quezquémitl. 

La lejanía de una historia que aún no se ha escrito, nos impide fijar la fecha en que comenzó a usarse esta prenda que se forma de dos rectángulos de tela y viste graciosamente. En las pictografías prehispánicas, en los estucos, relieves sobre piedra, etc.; en los dibujos y pinturas de La Colonia, en las viejas litografías y grabados, al presentar figuras de mujeres indígenas el quezquémitl tiene preferencia en el vestido. 

Con la presencia del rebozo, el quezquémitl fue quedando solamente dentro de los grupos autóctonos, y así encontramos que en defensa de sí mismo, el quezquémitl sigue cubriendo, a veces sólo como adorno, el cuerpo de nuestras indígenas. Es graciosa esta pieza del traje que casi siempre va adornada de bellos y complicados bordados en verdadera policromía. En las huastecas, el quezquémitl es una joya de arte incomparable, así como en algunas regiones del Estado de Puebla. 

Oaxaca presenta algunos estilos de dibujos tan complicados que parecen estampados y no bordados a mano. Algunos son trabajos con estambres, en inigualable profusión de colores y formas, flores y animales que parecen entrelazarse en imaginario tapete. En los lugares cálidos el quezquémitl se confecciona de telas de algodón y encajes, prestando a las indígenas que los portan singular encanto y distinción. 

En la Región totonaca por ejemplo, el quezquémitl es de tal blancura que atrae y deslumbra por el cuidado que tienen las indígenas en llevarlo sobre la cabeza para defenderse del sol. En los climas fríos es de lana sencillamente trabajado dominando siempre en el bordado la figura geométrica reminiscente producto de las grecas antiguas. 

Todo en el quezquémitl es armonioso. Cae sobre los hombros con un ángulo hacia atrás y otra hacia adelante y configura el cuerpo. Nuestros folcloristas e investigadores hacen con sus trabajos una verdadera apología del quezquémitl. Entre ellos se debe mencionar al maestro Luis Márquez, fervoroso enamorado de nuestra mexicanidad a la que ha contribuido en su descubrimiento, con magníficos ejemplares de todo el país, ya que en su colección enriquecida por la investigación constante , cuenta con más de dos mil cuatrocientos trajes representativos de la suntuaria mexicana. 

El pintor Ramón Valdiosera ha realizado verdaderas creaciones como diseñador y estilista de modas en las que ha incluido el quezquémitl y en su obra debe reconocerse el acedado amor a todo lo autóctono que ha sido para él inspiración fecunda. En las danzas mexicanas indígenas luce el quezquémitl con una glorificación del traje porque sobre él se deslizan graciosamente las gargantillas de cuentas de colores, los rosarios y los collares que forman parte de la composición e integración del traje. Los adornos de bordados, "punto de cruz", "punto de sombra", "espiguillas", "deshilados", etcétera, son de tal variedad que cada prenda constituye una obra de arte suntuario aún cuando sean confeccionados con la manta popular o la burda lana salida del telar casero. 

Como el rebozo, el quezquémitl es manifestación de arte del pueblo y se ha aventurado con su contenido y su belleza en el marco iluminado de México como símbolo de lo auténtico. 

NOTA: Esta información fue sacada de documentos que me fueron entregados por la Profesora María de los Dolores del Sinaí Nuño Cañedo. 

En esta fotografía Miriam Alvizo, una de las integrantes del Ballet Folclórico Guadalajara, después de una función en la Ciudad de Portland Oregón en mayo de 2006. 

Saludos cordiales 

Ignacio García Prieto 

Director Ballet Folclórico Guadalajara

jueves, 3 de junio de 2021

JUEVES DE CORPUS

 JUEVES DE CORPUS

Jueves de Corpus Dia De las Mulas


El jueves de "Corpus Christi" o "Día de las mulas" es una  celebración data del siglo XVI en honor al cuerpo y sangre de Cristo, por lo que se celebra 60 días después de la Semana Santa.

En los países en los que se practica la fe católica, se celebra de diferente forma; en México, se festeja de manera muy peculiar con la fusión de las doctrinas católicas y las costumbres nativas.


¿Por qué se le puso Día de las Mulas?

A la fiesta acudían ciudadanos de la ciudad e indígenas que estos últimos venían con mulas y/o burros cargados con la ofrendas del diezmo y alimentos necesarios para el viaje, al ser tantos animales de estos, la gente de la ciudad lo comenzó a conocer como el Día de las Mulas.

En la actualidad es una tradición que se ha visto modificada, y si bien ya no se ve en los templos católicos a mulas y burros, ahora se viste a los niños con indumentaria indígena y tradicional.

Los animales de carga han sido sustituidos por representaciones de barro, palma y papel que los pequeños llevan con canasta de flores o frutas. 

Lo que circula en la red.

FELICITACIONES MANUEL,  MANUELA, MANOLO, MANOLITA!!!! 

Y  a mi hermano MANOLONINO. 


Tomado del muro de nuestra amiga  Sonia Margarita Salcedo Gómez.

miércoles, 2 de junio de 2021

REBOZO DE SANTA MARIA

 


REBOZO DE SANTA MARIA


En 1572, en su obra historia de las indias, el fraile dominico Diego Durán ya hace mención del rebozo, prenda mestiza por excelencia, que nació de la necesidad que tenían las mujeres mestizas de cubrirse para entrar a los templos. Inspirándose en las tocas que los frailes impusieron a las mujeres indígenas con tal motivo, así como en los mantos que las españolas, los tejedores aprovecharon el telar prehispánico para tejer rebozos de algodón y más tarde de seda y de lana.

Las indígenas acostumbraban a hilar con uso o malacate las fibras que empleaban para tejer. Del mismo modo, trabajaban la seda y la lana sin abandonar el ixtle ni el algodón blanco ni el de color coyuebe, de origen prehispánico. 

El uso del rebozo se hizo pronto muy popular. Lo hicieron suyo primero mestizas y, poco antes de terminar el siglo XVI, negras, mulatas e indígenas.

En castellano el nombre del rebozo parece sugerir el acto de cubrirse, de arrebujarse o envolverse con alguna ropa, de embozarse, lo que literalmente quiere decir “cubrirse el rostro por la parte inferior, hasta la nariz o los ojos, con la capa u otra prenda de vestir”.

Los indígenas lo llamaban ciua nequeatlapacholoni, que quiere decir “como toca de mujer o cosa semejante” según el Vocabulario de Molina, de 1555. Entre los otomíes, chal o rebozo se dice mini-mahue. Los de Huayapan. Morelos lo llaman cenzontl, palabra náhualt derivada quizá de centzontilmantli o “manta de mil colores”, según el diccionario de Cesar Macazaga.

No se sabe exactamente cuando comenzó a tejerse el rebozo en Santa María del Río, Este pueblo potosino, que se haría célebre por la elaboración de rebozos de seda tan finos que pasan por un anillo, fue fundado por guachichiles y otomíes. Estos últimos fueron reconocidos como espléndidos tejedores. Sahagún comentó: “Los hombres traían mantas y sus maxtles y andaban calzados … las mantas que traían eran buenas y galanas; ni mas ni menos, las mujeres traen muy buena ropa. Y de las mujeres había muchas que sabían hacer muy buenas labores en las mantas y tejían muy curiosamente.

Las mujeres de ciertas culturas aborígenes del Norte de México deben de haber tenido gran habilidad como tejedoras, Torquemada refiere, al hablar de los territorios colonizados a comienzos del siglo XVII cercanos a las posesiones de Juan de Oñate, al parecer en la región de de San Bernabé: las Indias se ocupaban en guisar y en ayudar a coger las sementeras; en criar sus hijos y criar sus gallinas de la tierra, de cuya pluma hacen muy buenas mantas y muy galanas,” Aunque menos diestras que las mujeres otomíes, las indias de cultura seminómada demostraron poseer una habilidad manual, que más tarde desarrollaron en la confederación de prendas más finas.

Antes de finalizar el siglo XVI, cuando la paz chichimeca iba imponiéndose, los indios desnudos de las tribus chichimecas mostraron una especial predilección porque se les obsequiara ricas prendas de vestir, Se sabe que el Capitán Miguel Caldera y otros oficiales del ejercito español repartían a muchos pueblos de indios, de comida y ganado para su sostenimiento, telas y ropas con que comenzaron a vestirse.

Debido a numerosos repartos de bienes, que formaron lo que habría de llamarse la compra de paz, la caja real de Zacatecas erogó gastos entre gastos entre 1590 y 1597.

La conquista en el norte resultaba tan difícil que era natural el interés de los españoles, no solo por mantener a los indios bien comidos y vestidos, sino incluso por cumplir los más sutiles gastos que pudieran halagarlos: de los bienes que se repartían, los más finos obedecían muchas veces a los caprichos de los jefes indios y de sus esposas, Entre ellos de cobre de Castilla y hachas de Vizcaya, se les llego a enviar “Camisas de china llamadas cantonesas”. Los paños y las ropas dados a los indios guachichiles, dice Powell, eran de muchos colores, sin una sombra de negro, pues para los indios del norte el negro era tabú a diferencia de los blancos de la Nueva España, en cuyas ropas había más negro que ningún otro color”, La estricta observancia de este tabú chichimeca (La pintura de color negro sobre el cuerpo indicaba que daban fin al luto de sus muertos) originó un marcado contraste de color, entre los indios recién vestidos, con la sobriedad de los hombres blancos.

Avecindados guachichiles, otomíes y tlaxcaltecas tuvieron que comenzar a cultivar sus tierras y habilitar sus modestas industrias, entre ellas las del tejido. El hecho de que los misioneros religiosos que llegaron a catequizarlos procuraron fomentar toda clase de actividades, favoreció el progreso de sus industrias textiles – entre ellas las del rebozo- que, junto con el incipiente comercio de la región, dio origen con el paso de los años a un mercado inmediato, la agricultura y la fruticultura fueron el sostén más importante del pueblo de Santa María del Río, para la industria del día – no tardaría en convertir a este pueblo en un importante centro de abastecimiento regional, probablemente desde las primeras décadas del siglo XVII a un poco más tarde.

El rebozo en San Luis Potosí.

Ya en el año en 1764, se tiene noticia cierta de que las familias adineradas, de San Luis Potosí, tenían en que con motivo de la dedicación y bendición del templo de Nuestro Señora del Carmen de la misma ciudad, se engalanaron las calles para que pasara la procesión “vistiendo las antepuertos y balcones con preciosas colgaduras, cortinas de rico damasco y apreciables paños de rebozo”.

El uso del rebozo ha sido de lo más variado. Mientras damas de alta alcurnia lo utilizaban dentro de sus casas, las mujeres del pueblo no salían a la calle sin él. Para ellas era abrigo, monedero, cuna, tendedero, pañuelo y mortaja . Era además uno de los “trapos de cristianar” mas solicitados y las religiosas, en su vida claustral, usaban el de color azul y blanco, que según Sustaita, no debía tratarse de otro más que el de “hilo de bolita”. En contraste al ocurrir una riña de vecindad, el rebozo pasaba a ser arma de combate. Por último, la mujer otomí tenía la cándida costumbre de mojar la punta de un rebozo en el agua de la fuente cuando recordaba a su novio.

El rebozo se convirtió en un símbolo de nuestra mexicaneidad. En una de las cartas de don José Ignacio Palomo envió a su primo político Don Manuel romero de Terrenos, hijo de los Condes de Regla, durante el exilio de este último con motivo del Imperio de Maximiliano, le escribió: “ Bendito seas Dios, que en casa no hay damas de honor ni chambelanatos, ni moños ni uñas, ni cuernos, ni colas! ¡Aquí hay rebozos de Santa María del Río, chiles rellenos, moles, tortillas, gallinas con pollos y frijoles….!”.

Una distinguida dama potosina, mandó hacer en Santa María una de las llamadas de barbilla para obsequiarlo a Victoria Eugenia de Battenberg, reina de España (Reina de España (1906 – 1931) con motivo de su matrimonio con el rey Alfonso XIII, En 1931 para celebrar el IV Centenario de la aparición de la Virgen de Guadalupe, muchas damas potosinas asistieron a misa tocadas con sus mejores rebozos.

Hubo rebozos muy finos, algunos de ellos vistosos por sus decorados especiales distintos del de los tradicionales, las mujeres de las mejores casas de San Luis Potosí los mandaban hacer con los motivos que ellas querían según la ocasión, o bien los compraban ya hechos y de la mejor calidad. Estos últimos eran de los tejidos según diseños de los propios artesanos, como el de barbilla, el pinto abierto o el palomo que tenía gran demanda y eran de los que más se hacían. Podemos mencionar varios de estos rebozos, como los de Andrea Bustamante de Verástegui, los de la familia Díaz de León y los de doña Francisca Navarrete, que todavía se conservan. 

Muchos de los que mandaban hacer eran ametalados, es decir tejidos con hilos de seda, algodón y plata. Mencionamos en primer lugar el llamado Rebozo de la Virreina. Está decorado con paisajes bordados con seda flojas a lo largo de los lados tiene una cenefa con técnica de amarrado y las orillas rematan con un cordoncillo de seda bordado a mano que hace juego con los adornos del rapacejo.


MATERIA PRIMA.

Al fundarse Santa María del Río llegaron frailes Franciscanos, quienes, además de instruir a los indios en la religión, favorecieron las artesanías, entre ellas las del rebozo. Fomentaron también el uso de la seda, cuyo cultivo impulsaron los Dominicos en Oaxaca, centro sedero que alcanzó a producir en el siglo XVI una gran cantidad de seda que se distribuía en el país, principalmente en la ciudad de México y en Puebla donde había numerosos telares.

En el Siglo XVII empezó a llegar seda china en el Galeón de Acapulco, que venía de Filipinas, eso y la rivalidad con la seda granadina, acabaron con la fluorescente producción Oaxaqueña.

A pesar de las prohibiciones, en 1751 el Franciscano fray Junípero Serra, al ver las necesidades de los indios, introdujo en la misión de Santiago Jalpan, Querétaro, la producción de Seda que según Soustelle, adquirían los otomíes de Toliman para tejer quexquemitls y rebozos que muy probablemente, junto con mazos de seda, llevaban a vender a otros lugares incluyendo San Luis Potosí.

De los varios intentos que se han hecho por cultivar el gusano de seda en san Luis Potosí, la primera noticia que se tiene corresponde en 1793. en la instrucción reservada que el virrey conde de Revillagigedo dejó a su sucesor, el marqués de Branciforte.

A fines del siglo XVIIse trató de fomentar la industria y con ella el cultivo de la seda. En 1821, con el fin de reforzar este apoyo, se dedreto la prohibición de introducir galones de solo seda. Fue hasta 1824 que se sembraron las primeras plantaciones de moreras en San Luis Potosí; se cultivaron cantidades modestas de seda en valle de San Francisco, hoy villa de reyes, ese mismo año. No obstante en el año de 1880 fue decisivo para la industria de la seda ya que años después el se introdujeron un taller para torcer y teñirla.

A la seda usada para el rebozo se le llamó catiteo. Su particularidad consistía en que la torcían y pasaban dos veces por el torno. La seda que enviaba el Señor Chambón a Santa María llegaba ya teñida, con excepción de cierta cantidad de seda cruda que pedían con el fin de teñirla con la técnica de amarrado.

En 1886 el Conde Hilario de Chardonnet inventó en Francia una seda sintética llamada artisela o seda Chardonnet, una celulosa cuya base es la pulpa de madera. Fue exhibida por primera vez en París, en 1889. esta fibra sintética cuyo costo es más bajo que el de la seda natural y más sencilla de obtener, fue sustituyendo a la seda. Los rebozo tradicionales se hicieron sobre pedido, pero cada vez menos ya que el alto precio de la seda los volvió accesible solo a pocos.


PROCESO DE ELABORACIÓN

La elaboración de los rebozos de seda en Santa María del Río es una actividad familiar a la que solían dedicarse las mujeres. Los lienzos pueden ser de tres medidas, normal de 3.60 m., mediano de 2.80 m y chico de 2.20 m. En primer término se devana el hilo, y se coloca en los cañones la cantidad necesaria de acuerdo a cada rebozo; con esto se procede a la urdimbre, y es en el urdidor donde se le da la medida al lienzo. 

Una vez urdido, el lienzo se traslada a un bastidor donde el hilo se pepena, es decir, se separa del jaspe según el dibujo. Posteriormente, se tuercen los cordones y se les agrega atole de masa para que el hilo se endurezca, a fin de hacer el amarre mas fácil; a este proceso se le denomina boleo. El amarre consiste en cubrir con atados de nuditos las partes del hilo donde no se desea que penetre la tinta, de manera que el jaspe queda de diferente color al del resto del cordón. 

Después del pepenado y el boleado, el hilo se tiñe. El veteo, es decir, el fondo del rebozo, y las puntas, se tiñen al mismo tiempo. Una vez teñido, el hilo se deja secar a fin de proceder al tejido. Los colores cafés en sus diferentes matices son los que se reconocen como característicos de Santa María; hay preferencia por los que están teñidos en tono oscuro o “quemado” con la “barbilla de peña”, que además le imprime un aroma que permanece a través de los años.

También se producían con tintes naturales rebozos negros, azul, rojo, morado y verde, todos con pequeños fragmentos de blanco, que son los espacios que mediante el “amarrado” quedan sin teñir, y al hacer el tejido muestran los dibujos que según su estilo se denominan: de “calabrote”, “rosita”, “rosarito”, “culebrilla calado”, y otros.

Una vez terminada esta parte del proceso, les toca su turno a las empuntadoras que tejen a mano, a base de nudo, el rapacejo o punta; tarea complicada y minuciosa que ha sido colocada por algunas personas en la categoría de los encajes. Las empuntadoras suelen distinguirse por su habilidad manual y creatividad. La elaboración de cada rapacejo les toma cerca de veinte días; la duración del procedimiento depende de las medidas del rebozo.

Los rebozos de algodón tienen también nombres que aluden a los diferentes estilos y géneros en que son tejidos; algunos de los que se utilizan más frecuentemente en la región son: “bombilla”, “brinco”, “cordón”, “chilaquil”, “fraude”, “garrapata”, “lluvia”, “pasamano”, “patada”, “polco”, “rosario”, “tablero” y “veta ciega”.

La variedad y riqueza de los diseños de los tejidos de los rebozos de Santa María del Río producen piezas únicas que son sumamente apreciadas actualmente como un elemento distintivo de la indumentaria femenina mexicana. Recientemente, 12 artesanos reboceros de este municipio fueron distinguidos con un premio nacional.

Complemento de los finos rebozos santamarienses son los estuches en los que suelen guardarse: cajas de madera taraceada, elaboradas con múltiples y variados diseños, por los artesanos locales. La fabricación de objetos de madera taraceada es otra de las tradiciones que distinguen a Santa María del Río como una región de artesanos.