domingo, 6 de junio de 2021

EL QUEZQUEMITL

 Hace años, existía en la Red, un espacio que fue usado por algunos estudiosos y amantes del folclor como un medio de difusión muy interesante y en muchos casos muy cultural, ya que permitía combinar imágenes con un escrito, el sitio se llamaba "Metroflog".

De  todos los que nos reuníamos para intercambiar datos, escritos e imágenes, una persona se distinguió por su prolijidad de escritos, el Maestro Ignacio García Prieto, Director del Grupo Folclórico Guadalajara.

Y gracias a la pirateada del Centro de Recopilación de la Danza en aquellos entonces perteneciente a la Universidad de Guadalajara, muchos de estos escritos se han podio conservar y bajo el principio de "más vale pedir perdón, que pedir permiso", hay con su "comper" nos permitiremos reproducir algunas veces, parte de ese tesoro de los Metroflogs

 Maestro NACHITO, gracias por compartir en su momento y con su sacarreal permiso...VA!!



EL QUEZQUEMITL 

La figura delicadamente morena de la mujer mexicana, en todos los contornos de la patria, se adorna con el quezquémitl. 

La lejanía de una historia que aún no se ha escrito, nos impide fijar la fecha en que comenzó a usarse esta prenda que se forma de dos rectángulos de tela y viste graciosamente. En las pictografías prehispánicas, en los estucos, relieves sobre piedra, etc.; en los dibujos y pinturas de La Colonia, en las viejas litografías y grabados, al presentar figuras de mujeres indígenas el quezquémitl tiene preferencia en el vestido. 

Con la presencia del rebozo, el quezquémitl fue quedando solamente dentro de los grupos autóctonos, y así encontramos que en defensa de sí mismo, el quezquémitl sigue cubriendo, a veces sólo como adorno, el cuerpo de nuestras indígenas. Es graciosa esta pieza del traje que casi siempre va adornada de bellos y complicados bordados en verdadera policromía. En las huastecas, el quezquémitl es una joya de arte incomparable, así como en algunas regiones del Estado de Puebla. 

Oaxaca presenta algunos estilos de dibujos tan complicados que parecen estampados y no bordados a mano. Algunos son trabajos con estambres, en inigualable profusión de colores y formas, flores y animales que parecen entrelazarse en imaginario tapete. En los lugares cálidos el quezquémitl se confecciona de telas de algodón y encajes, prestando a las indígenas que los portan singular encanto y distinción. 

En la Región totonaca por ejemplo, el quezquémitl es de tal blancura que atrae y deslumbra por el cuidado que tienen las indígenas en llevarlo sobre la cabeza para defenderse del sol. En los climas fríos es de lana sencillamente trabajado dominando siempre en el bordado la figura geométrica reminiscente producto de las grecas antiguas. 

Todo en el quezquémitl es armonioso. Cae sobre los hombros con un ángulo hacia atrás y otra hacia adelante y configura el cuerpo. Nuestros folcloristas e investigadores hacen con sus trabajos una verdadera apología del quezquémitl. Entre ellos se debe mencionar al maestro Luis Márquez, fervoroso enamorado de nuestra mexicanidad a la que ha contribuido en su descubrimiento, con magníficos ejemplares de todo el país, ya que en su colección enriquecida por la investigación constante , cuenta con más de dos mil cuatrocientos trajes representativos de la suntuaria mexicana. 

El pintor Ramón Valdiosera ha realizado verdaderas creaciones como diseñador y estilista de modas en las que ha incluido el quezquémitl y en su obra debe reconocerse el acedado amor a todo lo autóctono que ha sido para él inspiración fecunda. En las danzas mexicanas indígenas luce el quezquémitl con una glorificación del traje porque sobre él se deslizan graciosamente las gargantillas de cuentas de colores, los rosarios y los collares que forman parte de la composición e integración del traje. Los adornos de bordados, "punto de cruz", "punto de sombra", "espiguillas", "deshilados", etcétera, son de tal variedad que cada prenda constituye una obra de arte suntuario aún cuando sean confeccionados con la manta popular o la burda lana salida del telar casero. 

Como el rebozo, el quezquémitl es manifestación de arte del pueblo y se ha aventurado con su contenido y su belleza en el marco iluminado de México como símbolo de lo auténtico. 

NOTA: Esta información fue sacada de documentos que me fueron entregados por la Profesora María de los Dolores del Sinaí Nuño Cañedo. 

En esta fotografía Miriam Alvizo, una de las integrantes del Ballet Folclórico Guadalajara, después de una función en la Ciudad de Portland Oregón en mayo de 2006. 

Saludos cordiales 

Ignacio García Prieto 

Director Ballet Folclórico Guadalajara

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